Los ejemplos de países “bien administrados” e “insertados” en el mundo que tanto le gusta nombrar a nuestra derecha política, empresarial y mediática, se están derrumbando como castillos de naipes.

Pareciera que el modelo neoliberal imperante tanto en Chile como en Colombia (pasando por Ecuador y Perú) no resultaron tan efectivos para sus pueblos, las calles tomadas por miles de manifestantes pusieron en jaque a los gobiernos de aquellos países: Movimientos sociales, sindicatos, mujeres y organizaciones feministas, indígenas, jóvenes, trabajadores y campesinos, mezclados en múltiples reclamos, pero todos atravesados por la misma característica, son manifestaciones de las y los excluidos del sistema, a causa de la aplicación del modelo neoliberal a rajatabla, que los fue arrojando cada día a una vida más precaria y vulnerable.

Desocupación, salarios de miseria, violencia machista, concentración agrícola, falta de acceso a la educación, expulsión territorial de sus dueños ancestrales etc. Pareciera que todos los sectores agredidos del sistema necesitan una chispa para unificarse en un gran incendio, para el que la derecha tiene una sola solución, BALAS.

La violencia como única respuesta del estado solo deja en evidencia la falta de soluciones concretas. Muertes, violaciones, desapariciones, disparos a los ojos, es la cruda realidad que están viviendo en estos momentos nuestros países hermanos. Los medios, silenciando una realidad que se terminó escurriendo por entre las redes que los propios ciudadanos supieron construir.

 Sin embargo, el relato mediático en nuestro país intenta construir un discurso en el que la palabra “crisis” intenta tapar lo sustancial de los levantamientos, así pues, la “crisis” se explicaría “porque la gente está cansada”, “por la corrupción”, o en nombre de una “libertad” que nunca es pensada en términos colectivos.

Ningún medio le pone voz a un joven o un trabajador para que explique qué es lo que reclaman, nadie le va a preguntar a un desocupado o desocupada como es vivir sin ninguna cobertura social, no le van a preguntar a esa mujer que reclama con su hijo en brazos cómo hace para mantener a esa criatura sin ninguna protección del Estado. Construyen un relato en base a sus necesidades, vaciando el contenido popular y democrático de las luchas.

No pretenden estas líneas hacer un análisis exhaustivo de la situación latinoamericana, pero si alertamos sobre cierto discurso que se apresura en la derecha, entre sus operadores en los medios hegemónicos. Estos estallidos son a causa de la crisis de representación de nuestros pueblos, ocurren, entre otras cuestiones, cuando no existen alternativas políticas para asumir los destinos de sus países. Los estallidos son la peor salida al neoliberalismo, eso lo sabemos bien quienes fuimos parte de las luchas del 2001 en Argentina.

En nuestro país no hemos necesitado una insurrección popular para sacar a nuestro “Duque” o “Piñera” llamado Macri, lo hicimos mediante el voto popular, porque hemos sabido construir nuestra herramienta política de representación capaz de disputar en las calles, así como en las urnas. A pesar de gobernar en medio de una pandemia de niveles mundiales, el peronismo no se olvida de los pobres y trabajadores, siempre estará la mano tendida del Estado y de las organizaciones del campo popular, históricamente el peronismo gobernando conquista derechos y eso el pueblo lo sabe.

La derecha esta golpeada en nuestro continente, lo demuestran Bolivia y Argentina donde los gobiernos populares regresamos. Lo demuestra Ecuador que a pesar de haber perdido en el ballotage el correísmo sigue siendo la principal fuerza política del País, perdiendo con un supuesto outsider que nunca explicitó su proyecto. Lo demuestra Perú que disputara en un próximo ballotage entre el modelo de Fujimori o un nuevo proyecto nacional y popular encarnado por Castillo. Lo demuestran la esperanza de Lula en Brasil y finalmente las rebeliones populares de Chile y Colombia.

Vaya desde aquí nuestro abrazo solidario y afectuoso al pueblo colombiano que vive en estos momentos horas durísimas y que no sabemos hasta donde llegara la violencia tanto estatal como paraestatal. Le mandamos nuestra fuerza y les recordamos aquella frese de nuestro Libertador San Martin, “Arriba el ánimo compañeros, que estando el enemigo estamos nosotros”.

Nahuel Segovia