Horacio Rodríguez Larreta tiene una apariencia.

La de un eficiente administrador de la Ciudad de Buenos Aires, donde los baches se tapan, los residuos se recolectan y siempre está abierto al diálogo con los vecinos y las vecinas.

Y además es cool, hipster, tik toker con mañas de influencer, llama a sus ministros por sus nombres y no por el apellido, está siempre de remera, parece que nada se le escapa y siempre está en todo.

Horacio Rodríguez Larreta es el yerno de todas las suegras, el empleado del mes de todas las empresas.

Pero Horacio Rodríguez Larreta tiene una realidad.

Es el jefe de gobierno que con Mauricio Macri más aumentó los impuestos municipales. Las porteñas y los porteños lo sabemos porque los pagamos. Pero qué no le perdonaríamos a alguien tan cool.

Es Rodríguez Larreta que continúa con la privatización de cuanto espacio público queda todavía, haciendo de Buenos Aires la única ciudad ribereña del mundo sin acceso al propio río. Pero que no perdonarle a alguien tan hipster.

Es Horacio, tan simpático este Horacio cuando pone cara de comprometido, que confunde la gestión de la ciudad más importante de la Argentina con una gigantesca inmobiliaria, donde alquilar un departamento es imposible y donde comprar es un privilegio. ¡Pero qué buenos tik toks hace!

Aunque hay que reconocer que a Horacio Rodríguez Larreta no le falta un calculado coraje.

Hoy, Horacio Rodríguez Larreta nos llama a las aulas. Bueno, no a todos. A las niñas y niños, al personal docente, al no docente. Y parece una lucha por la libertad, frente al autoritarismo del gobierno nacional.

El problema es que hay una pandemia. Un bicho infecto que te contagia cuanta más gente junta haya, y si no te mata te deja secuelas, o tal vez nada. ¿Es tu día de suerte hoy? ¿Mañana? ¿En una semana? ¿Es el día de suerte de tus hijas o hijos? Suena violento. Tanto como responder una medida de salud pública nacional con un tema educativo local.

Pero es el jefe de gobierno de la ciudad que esgrime datos “científicos” que afirman que el Coronavirus no se esparce en las aulas. Quizás no le guste la escuela. Al COVID, claro.

Pero es el influencer quien nos dice que la educación está por encima de todo, y que un tribunal menor, de nivel local, puede decidir por sobre una decisión nacional, utilizando para ello una Sala de la Cámara de Apelaciones que, no solo se encuentra integrada por jueces vinculados a su espacio político, sino que además, una de las juezas es familiar directa de su secretario de gobierno y secretario partidario, violando así el Estado de Derecho que tanto les gusta invocar en los medios, pero que luego se cansan de no respetar.

En esta situación Horacio, con su calculado coraje, abre las aulas sin considerar las posibilidades de contagio por Coronavirus. Se arroga la representación de quienes queremos que todes estudien, en la añoranza de esa Argentina donde el mérito son las notas, y no ser la persona “agraciada” que espera una cuantiosa  herencia, sino tener el honor y el placer de llevar con orgullo la bandera nacional en los actos escolares.

Rodríguez Larreta desconoce un decreto del gobierno nacional que, equivocado o no, tiene fuerza de ley hasta que lo vea el Congreso, que para eso está. La cantidad de respiradores ocupados, la edad y condición de quien se infecte, la cantidad de quienes fallezcan, dirán si el gobierno nacional tuvo razón o no.

Por lo pronto, el jefe de gobierno ha decidido ponerse en el margen de la legalidad, a pasos de la sedición, aunque para él es un asunto de jueces amigos y abogados entenados. Y de eso sabe. Mucho.

Horacio eligió el coraje calculado. Trae confusión y desorden en medio de una pandemia, por su propio y único interés. Lo pagamos todes.

Eric Calcagno
Mesa Ejecutiva Identidad