Luego de dos años de Memoria, Verdad y Justicia a la distancia, con pañuelos en cada balcón y el Nunca Más echando raíces en nuevos rincones con la misma fuerza de siempre, las calles reciben nuevamente a la sociedad en un 24 de marzo que será también reencuentro. “Estos años de pandemia hicieron que quienes sentimos que los mejores proyectos siempre se gestan en la calle, lo confirmemos”, sostuvo en diálogo con Página/12 Victoria Donda, titular del INADI y nieta recuperada n° 79.

–¿Cuáles son tus expectativas para este 24 de marzo de nuevo en las calles?

–Espero que sea una marcha con mucha gente y que el clima ayude también en eso. Los 24 de marzo, para quienes creemos que la justicia y la verdad son una forma de construcción histórica y política de un sujeto social distinto y transformador, son como echarle ese combustible que necesita el motor para seguir adelante. Este 24 podemos volver a ocupar el espacio público con nuestras voces y nuestros cuerpos, y eso es muy importante. Mi deseo es que este 24 de marzo nos encuentre unidos en las calles, pero sobre todo que sepamos hacia dónde caminamos. Porque vale la pena estar unidos si sabemos que el futuro va a ser una justicia social para la sociedad.

–¿Cómo se vive hoy la Memoria, la Verdad y la Justicia, en este contexto tan particular a nivel político y social que atraviesa el país?

–Este 24 es sumamente particular por varios motivos, no solo por las cuestiones internas que tienen que ver con la política y los distintos frentes, sino por una cuestión más macro que tiene que ver con la globalización de las derechas odiadoras. El 24 es una buena fecha para hacerles frente, porque los discursos de odio siempre antecedieron a un genocidio, en Argentina y en el mundo, cuyas víctimas fueron esos sujetos sociales y protagonistas del cambio. Es muy importante reflexionar sobre esto porque hay muchas generaciones que no vivieron la dictadura, sino solo sus efectos que parecen diluirse.

–¿Y cómo ve el avance de los discursos de odio o negacionistas en Argentina, sobre todo de la mano de figuras dentro de la política?

–Si no paramos ese tipo de relatos y construcciones sociales de que hay otros que son enemigos, podemos llegar a vivir una sociedad mucho más violenta de lo que consideramos. Y no es casual que los discursos de odio encuentren rápidamente eco en los sectores más jóvenes, esos que no vivieron los efectos de la dictadura. Por eso hay que desenmascarar esos discursos: por ejemplo, Milei no es un libertario, es un odiador que admira los regímenes autoritarios, y nada más lejos de la libertad que los autoritarismos. La libertad tiene que ser un bien gozado por todos y todas, con un Estado presente que garantice las herramientas para que todas las personas puedan ejercer esa libertad.

–¿Cómo se les transmite a las nuevas generaciones lo que pasó en la dictadura, para que no vuelva a repetirse?

–Mi hija tiene 7 años y siempre vino a las marchas. Esta vez le pregunté si me quería acompañar y ella me preguntó a qué íbamos. Le dije que íbamos no solo para que las personas que cometieron los crímenes escuchasen, sino también todos aquellos que se les puede cruzar por la cabeza que hay una parte de la sociedad que sobra y hay que desaparecerla. Los pañuelos se transforman en banderas no solo de mi generación, sino de otras. El desafío es que las pibas y los pibes entiendan que si hubo una época hermosa la tenemos que volver a construir, pero que es de la mano de todas y todos.

–¿Cómo avanzan las causas por crímenes de lesa humanidad?

–Avanzan lentamente, pero eso es reflejo del Poder Judicial que tenemos que, salvo honrosas excepciones, es complaciente con una parte del imaginario de esa dictadura. La dictadura fue el resultado o la cristalización de esa elite dominante que tenía un sueño de un país vertical y riquezas para pocos que no pudo hacer realidad en nuestro país porque hay sectores populares organizados. Claro que hay miembros de ese Poder Judicial que han sido absolutamente excepcionales y han participado del proceso de Justicia. Pero antes tuvimos dos cosas fundamentales: una sociedad organizada y pidiendo justicia en la calle, y un poder político que estuvo decidido a avanzar con los juicios.

–¿Y en cuanto a la búsqueda de las y los nietos que aún no recuperaron su identidad? ¿Cómo continúa la campaña a más de dos años de la aparición del último nieto?

–Nuestro lugar es hacer conocidos los casos porque hay que seguir buscando a esos ya adultos que nos faltan en la construcción de la identidad como pueblo; pero mientras haya una Abuela, las que mandan son ellas. Aunque saben que hay muchos nietos y nietas que estamos dispuestos a continuar esa lucha y que los pañuelos se transformen en bandera. En mi caso, decidí eso en su momento sin saber que era una de las nietas que buscaban. También son muy conscientes de que necesitamos redoblar los esfuerzos para encontrar a los hombres y mujeres que faltan en las mesas. Porque hasta que no tengamos la verdad, como pueblo va a ser muy difícil ser felices.

Entrevista publicada en Pagina 12