Siempre me crie con la certeza de que la política iba en contra de la gente, era aquello a lo que combatir, por la represión, por la privatización, por la constante entrega de nuestro presente y futuro. Pero existía en nosotres la convicción de que había otra forma de hacer POLÍTICA. Íntimamente creía que debíamos entregar la vida por un ideal, teníamos sobrados ejemplos de compañeros y compañeras que así lo hicieron y se animaron a intentar redistribuir para que nadie viva en la desesperanza de que ser pobre es lo que tocó en esta vida. Sin olvidar a elles a quienes les arrebataron sus vidas por intentar la justicia social. Era nuestro norte la lucha por su Memoria y su Justica y asimismo por la construcción del país que ellos soñaron.

En los 90 nos tocó otro Peronismo, el de la entrega y la usurpación; del hambre, la crisis, el resquebrajamiento del tejido social, el individualismo, los asesinados por las represiones, la deuda y la destrucción de sueños… En el medio de ese infierno apareció nuevamente ella: la POLÍTICA, que reconstruyó la esperanza, no solo levantó las banderas, sino que nos dio más hermosas realidades, nos devolvió el sentido común. La política es siempre a favor del pueblo. Nos encontró, ella nos paró ante el mundo, ordenó ese famoso mapa de poder donde solo figuraban los mismo de siempre: los hegemónicos, los que concentran riquezas y se sienten dueños de las vidas y los sueños ajenos.

Y entonces en ese mapa empezamos a aparecer los jóvenes, las mujeres, los jubilados, los niños con su cunita, la salud con su nuevos hospitales, la soberanía por el no al ALCA, la Justicia por la condena a los represores, la Memoria, la recuperación de  la ex ESMA; la pensiones por discapacidad; los trabajadores, las paritarias, la Patria Grande, las diversidades, el matrimonio igualitario, los pueblos originarios, los detenidos desaparecidos, los exiliados, los hijos, los nietos, las Abuelas, las Madres, los que eran invisibles, y la Argentina se organizo para vivir en amor y en igualdad.

Y la historia de la mano de la resistencia y de Néstor nos dio una revancha, pero una revancha del amor, no de la venganza. La política nos dio el amor por el otro, el saberse colectivo, la hora de transitar nuestra vida, la hora de nuestro pueblo.

Hoy tenemos la historia de nuestro lado y por sobre todas las cosas la certeza de que es con la política y desde la política que se transforman las realidades y se conquistan derechos, que los intereses son muchos y los poderosos no tienen límites. Hoy tras una pandemia vimos y vemos otra vez sus peores caras. Nos quisieron hacer creer que la vacuna, que era nuestra única salida, en realidad era veneno (si lo pensás, es el argumento de siempre deslegitimar nuestra solución: hoy la vacuna, ayer la política y siempre el Peronismo son para ellos el veneno del pueblo).

Tenemos una situación económica complicadísima, una deuda impagable, pero tenemos gracias al voto popular en el 2019 un gobierno que no está dispuesto a pagar a costa del hambre y de los sueños de nuestro pueblo. Néstor nos enseñó que primero tenemos que crecer para poder pagar, porque los muertos no pagan deudas. Tenemos que transitar nuevamente una cita con la historia, esta vez con la certeza de que la política es la herramienta, que el Peronismo y el campo nacional son quienes defienden el plato de comida, la salud de todos los argentinos; que nuestra prioridad es fue y será quien más necesita; que debemos incorporar al mundo laboral formal a los millones de argentinos que ven los derechos laborales como privilegios inaccesibles, debemos reconstruir la autoestima y la esperanza.

Hoy sabemos que, si estamos organizados, unidos, si somos solidarios y coherentes con nuestras convicciones y con aquello para los que nos votaron, el único destino posible será entonces una Patria donde todos volvamos a ser felices, donde cada argentino pueda elegir y definir cómo vivir su vida en amor y en igualdad.

A eso vamos, a eso vinimos, y por eso seguiremos trabajando.

Gracias Néstor