La oposición parlamentaria, articulada con el macrismo, dejó a la Argentina sin presupuesto. Lo más triste es que no es una sorpresa. No es la primera vez que lo hacen.

Pero a la gravedad institucional se suma en esta ocasión que el presupuesto buscaba remediar las catástrofes económicas y sociales cometidas durante el gobierno de “Juntos por el Cambio”, entre ellos esa deuda externa que financió la fuga de capitales sin que la misma se debatiera en el Congreso.

Esa actitud demuestra la inmadurez de la dirigencia de la derecha, su irresponsabilidad y la incapacidad de pensar un país para todas y todos. Siempre van a privilegiar su propio interés individual a corto plazo por sobre las necesidades populares.

Pueden hacerlo porque tienen un blindaje mediático que les evita pagar costos políticos. Si hubiese sido el peronismo quien dejara sin presupuesto a Macri o a De la Rúa, los medios hubieran dicho que un golpe estaba en marcha. Como son ellos, será parte de una dudosa gesta republicana.

Por cierto, el PRO y sus aliados radicales no son tan virtuosos como proclaman, sobre todo en la Ciudad de Buenos Aires. Aumentos de impuestos de más de 400%, privatización de espacios públicos, violación permanente del código urbano… convierten una ciudad en una inmobiliaria y una financiera, lo que es adecuado para el negocio de sus cómplices, pero inútil para el bien común.

No hay grieta. Hay una diferencia entre los que queremos construir y los que quieren destruir, los que queremos integrar y los que quieren discriminar, los que queremos presente y futuro, y los que nos quieren llevarnos al peor pasado.

Nosotros construimos.

Identidad Argentina.